Te miro una y otra vez. Lo haría por años si renunciar a semejante proeza…
Exquisito privilegio mirarte a la connivencia de capturar una mirada tuya pérdida dentro del universo que reina en estos dos pasos a los que distas de mí, preguntándome al unísono si eres en verdad real o sólo imagino; si existes o son estas irrefrenables ansias por hallar sosiego a mi soledad al calor de tus labios.
Tú nombre carece de sentido mas sin embargo es involuntario, tal vez porque el conocerlo supondrá colocar sustantivos a mis pensamientos, a mis días, a mi vida. Y todo porque me pregunto: ¿Cómo habrá tú nombre de designar mi ser, si yo suelo ser un amasijo de partículas y tú hasta ahora, a sólo dos pasos de mí un sutil reflejo de caleidoscópica luz?
Me fascina mirarte…
El murmurar de mis pensamientos es como una suave brisa cual roza tu tibia mejilla muriendo en espiral al contorno de tus labios.
Y mientras más te miro más te pienso, mientras más pienso más me asusto, porque tú que miras a todos los hemisferios no miras al que yo habito. Socavando más la duda a la par que difumino la cota de la realidad antes de sumergirme en la imaginación.
Te miro, me miras, me sonríes y yo por poco muero.
Es media noche, miro al cielo y vislumbro a Arcturus en el cenit, muy probablemente tú te halles inmersa en la imaginación de los sueño, y yo… en los sueños de la imaginación.
Mientras tú mi sutil amor duermes, con papel y lápiz tomo por asalto mi mente y decido dibujarte. Pero no puedo…porque descubro que sólo soy lo que mis recuerdos pueden hacer por mí, que no existe la realidad más la que mi imaginación tutelada por mis sentimientos logra sugerir.
El asalto ha sido frustrado y no por ti hermosa mujer o porque hallas despertado, si no porque temo despertar al alba y tú no hallas existido nunca, siendo este dibujo tuyo vestigio de una temprana locura. Prefiero la hoja de papel muda, sin contrastes, o al menos así ha de ser hasta hallar de ti tú parte real, es decir; distinguir lo imaginario de lo real.