El secretario de Salud, José Ángel Córdova se vacuna contra la influenza aunque en Colima se hechan a perder centenas de ellas. Rafael Acosta “Juanito” se olvida de su palabra y se convierte en un soez advenedizo hombre. Abren la pista de hielo en el zócalo de la Ciudad de México pese a los gastos estratosféricos de energía que ello representa y sin que exista algún avance comprometido en energías alternas en México. Presentan después de cinco años de construcción secreta la primera nave espacial turística –claro que el boleto cuesta una fortuna que me seguiré conformando con mirar el cielo nocturno a través del telescopio–. Cruz Azul y Monterrey a la final del futbol mexicano –nada que decir–. Saldrá de la cárcel en enero Ali Agca después de que en 1981 atentará contra el papa Juan Pablo II. Protestas estudiantiles en Atenas. Nuevo peritaje de estadounidenses a la guardería ABC –el colmo y realidad de nuestra incapacidad pericial–. Y lo que me parece el gran fracaso de nuestro propio éxito: Inició la cumbre mundial de la ONU en Copenhague contra cambio climático; cumbre que definirá el porvenir del mundo, de mi mundo.
Cientos de títulos en los diarios, mucho ruido en la ciudad, buenas noticias y malas también, me asomo a la ventana y el tráfico es abrumador, suena la torreta de una ambulancia –que lo raro sería no escucharla–, la tv abierta no tiene nada más que programas perniciosos a la sociedad; a mi México. Por un segundo pauso mi A State of Trance y escucho el bullicio de la ciudad, y lo que percibo no me figura más que una sinfonía perentoria al día final. Ojeo mis revistas y vaya: Los electro-sensitivos. Unos intonsos franceses que creen que las ondas de radio electromagnéticas los enferman de cáncer, como si el Sol no emitiera ondas de radio y mucho más intensas que las de mi celular o la radio y la antena que las capta y genera.
Pero lo mejor del día no es todo ello –sino su complemento–, lo mejor de este día fue haber escuchado Armin van Buuren Feat. Solid Sessions –Janeiro– de mi celular y con ello escuchar la voz de Erika; la niña que pinta de color verde el Universo, mi Universo, y le da tono a lo que me ha dado por llamar los acordes de vida, es decir; mi historia.
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