miércoles, 25 de noviembre de 2009

Mi Terraformación


Fue una tarde a finales de octubre de 1997, cuando en la Calzada Héroes de Chapultepec No.1057 en Oaxaca, Oax., yo leía absorto la National Geographic Magazine de ese mes que mi madre sabiamente me había proporcionado con el fin que tuviese que leer y así no anduviese de ocioso recorriendo de arriba abajo el edificio de su oficina –que por cierto, mis hermanos y yo recorrimos palmo a palmo–. Mi madre sabía con que realmente entretenerme y por ello el reportaje principal era; Misión a Marte.
Creo mi madre nunca leyó el artículo, pero sé que ello no fue necesario porque me encargue de contarle pormenorizadamente hasta el ínfimo detalle de la primer misión a Marte con Vehículos Robotizados de Exploración (Rovers) –y cierto es que donde fue necesario tuve que echar mano de la imaginación para ampliar la información a las preguntas que mi madre no hacía–. Al punto tal que no quede satisfecho hasta no colocarle los lentes 3D y supervisar que viera cada una de las fotos 3D del reportaje y las comentara –tal fue mi obstinación que hasta mi padre no se salvo, aunque el si leyó el reportaje y tuve que omitir los detalles ampliados que mi madre tuvo que soportar–.
Pero el asunto aquí es Marte, no mis cuentos sobrados de imaginación o los mecanismos tortuosos a los que sometía a mi madre al contarle sobre la Mars Pathfinder.

La primera vez que escuche la palabra terraformación me asusto pero a la vez me incitaba a saber cómo lograrlo. Cuando mi padre me platicó que el hombre algún día colonizaría el Sistema Solar me pareció una idea tan lejana, absurda y desorbitada, porque los puntos de luz que tachonaban el firmamento me parecían tan lejanos al grado tal que antes de empezar a construir la escalera con la que mis hermanos y yo llevaríamos a la luna ya habíamos desistido su elaboración por unanimidad –aunque ese cuento del cual no recuerdo su nombre de nuestra colección Cuentos para ir a dormir nos hacía sentir mal por la rapidez con la que  habiamos claudicamos–  . Pero fue la serenidad y confianza con que mi padre me comento su predicción que no paso mucho tiempo antes que encontrara las pruebas contundentes a sus afirmaciones al leer sobre las Sondas Espaciales  Viajero I, Viajero II y mi favorita; Galileo –por el nombre y por ser la primera y única en ingresar a la atmósfera de Júpiter–.


Fue a mediados del 2003 cuando leí de Paul G. Hewitt los argumentos que impulsaban al hombre a colonizar el espacio, en especial a Marte. Y ello me tranquilizó.

Pero hoy, al caminar por los stands de la Feria de la Astronomía en el Palacio de Minería me encontré delante del stand del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) y un gran cartel con el total falto de modestia título Terraformación: colonizar Marte.
Durante muchas lunas me pase cavilando como sería el día en que me hallará frente a los autores y promotores de la idea de la terraformación. Siempre me pregunte qué haría, que les diría, que pasaría por mi mente. Ahora me doy cuenta que desde aquella tarde cuando en las llanuras de Rojas mi padre me compartió su elaborada idea sobre la conquista humana del Sistema Solar  me fue  preparando poco a poco para que cuando ese día llegará tuviese la capacidad de hacer las preguntas correctas, tener la modestia que el cartel del ICN nunca tuvo,  y hacer frente con estoicidad a nuestra naturaleza de conquistadores y colonizadores. Hoy la terraformación, mucho antes que a Marte, me ha colonizado.

Nota: para saber más sobre el proceso de terraformación ver el Interés Astronomía.

 


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola mi estimado amigo, que te puedo decir, cada día me impresiona más tu ansiedad por conocer por aprehender aún más de lo que ya tienes, me gusta esa ansiedad que demuestras en cada acción que realizas, me pareces un chico fuera de este mundo, hasta yo misma he llegado a pensar que no puedes ser real, que todo lo que sabes hoy te ha sido transmitido por un ser que no es de este planeta. Sin embargo, caigo en la cuenta de que todo lo que eres hoy es fruto del esfuerzo que has hecho durante tantos años por ser mejor cada día,que bueno que has logrado parte de tus sueños y que bueno también que tus ganas de hacer cosas nuevas y diferentes son la herramienta justa para que consigas todas tus metas. Agradezco inmensamente que el profesor Adalberto me haya dado la posibilidad de conocerte, porque reconozco que tu actitud hacia el trabajo y el aprendizaje ahora son fuente de inspiración para continuar con mi labor docente, aunque con adversidades estoy convencida que en alguno de mis estudiantes puedo despertar ese interés que tu tienes ante el conocimiento, y sólo por eso te agradezco y te felicito por la maravillosa persona que eres y por demostrar que nuestro México tiene gente de excelencia como tu. Te mando millones de abrazos y besos, nuevamente gracias por compartirme muchas de tus experiencias de vida.

Anónimo dijo...

FELICIDADES POR ESTE TRABAJO TAN BIEN CIMENTADO EN TUS CONOCIMIENTOS