lunes, 8 de febrero de 2010

1951




«…Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir mi libertad, vete a tu convento hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no dijo nada. Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y desconsuelo, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: “Padre nuestro que estás en los cielos…”.»
                                                             Fragmento. Rubén Darío, Los motivos del lobo.


Hace 59 años, en el Universo surgió parte de la materia que con el discurrir del tiempo conllevaría a que éste día escriba éstas líneas entregadas a la posteridad.

Nunca amaré a nadie ni a todo con tanta voluntad como amo a mi madre.

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